Las calles de México han comenzado a vaciarse. Un país en el que su gente suele ocupar los espacios públicos, especialmente cuando el sol calienta más, se ha quedado en pausa por un ‘extraño enemigo’ al que ni siquiera ve.
Hasta este momento, en el país van mil 378 contagios por el COVID-19, la enfermedad respiratoria producto del coronavirus, y al menos 37 personas fallecidas. Son números que palidecen frente a los de naciones como Italia, España o Estados Unidos, y que los especialistas afirman habrán de subir con el paso de los días. El daño a la salud es el más importante, desde luego, pero también está el impacto en una economía que llega débil a enfrentar esta crisis. ¿Es este un año perdido? Los especialistas coinciden en que en muchos rubros sí, pero el daño irá más allá de 2020.
Medir el impacto que tendrá esta pandemia global en la economía mexicana es sumamente difícil todavía, el polvo sigue en el aire y varios expertos consideran que se vive un freno súbito, mayor de lo que muchos esperaban, consideró Gabriel Lozano, economista en jefe de JP Morgan México.
Pero algunas cosas sí son claras.
“Estimamos una recesión este año, sin lugar a dudas, dada la confluencia de factores y el hecho de que ya veníamos de una contracción en 2019, cuando Estados Unidos todavía crecía saludablemente”, dijo. “Hay que considerar que esta es una recesión muy distinta a otras, así es más difícil estimar”.
El primer golpe a la economía fue indirecto, a través de las cadenas de suministro que se frenaron, seguido del choque en la caída en los precios del crudo que pegan indirectamente a las finanzas públicas y a la inversión estatal, mencionó Lozano. Con las medidas de distanciamiento social, seguidas de un menor número de turistas y la cancelación de eventos masivos, el golpe al sector servicios será particularmente duro entre marzo y finales del segundo trimestre.
El economista de JP Morgan ve el siguiente camino: una contracción de -35.5 por ciento anualizada en el segundo trimestre, seguida de un rebote menor en el tercero y una recuperación gradual hacia finales del año.
El resultado será una caída de la economía de -7 por ciento en 2020, uno de los peores descalabros de la economía mexicana en las últimas décadas.
“El rápido desenvolvimiento de los choques negativos en casa y afuera nos obligan a revisar con frecuencia nuestras expectativas”, dijo Lozano. “Las malas noticias seguirán”.
El daño de mediano plazo al potencial de crecimiento de México ya está hecho, agregó. Llegar a una recesión global en una situación precaria, con reformas canceladas y una alta incertidumbre para la inversión no es la mejor receta. “Un crecimiento de apenas 1.5 por ciento en los próximo años no es descabellado”.
Lozano no está solo en ese camino de malas predicciones para la economía del país.
Por ejemplo, Gabriel Casillas, economista en jefe de Banorte, estima que la economía mexicana caerá al menos 3.5 por ciento este año y una recuperación en 2021 que llevará el crecimiento a 1 por ciento.
“El crecimiento hacia adelante estará fincado principalmente en las acciones que tome el gobierno para propiciar la inversión privada”, dijo. “Desafortunadamente, la cancelación del aeropuerto de Texcoco, la renegociación de contratos de CFE y la cancelación de la cervecera en Mexicali no brindan certeza jurídica para la inversión privada”.
Inversión necesaria que, además, ha venido cayendo constantemente desde el año pasado, con solo la mitad de las principales empresas que cotizan en la Bolsa Mexicana de Valores abriendo la cartera el año pasado y el resto, posponiendo proyectos o, de plano, archivándolos por tiempo indefinido.
Y el legislativo tampoco ayuda, según Casillas, con iniciativas que atentan contra el sector privado y debilitan la confianza. Lo que deberían hacer, añadió, es reasignar el presupuesto de proyectos improductivos hacia el reforzamiento del sector salud y ofrecer ayuda directa y rápida a los sectores de la población más vulnerables, pero incluso ahí el espacio fiscal para un paquete contra cíclico en este momento es sumamente limitado.
“La presión a las finanzas públicas por el coronavirus es considerable”, mencionó Héctor Villarreal, director del Centro de Investigación Económica y Presupuestaria. “Es probable que caiga la recaudación, y aun con fondos como FEIP, se llegaría a un paquete económico 2021 con altos riesgos”.
Pocos en México conocen tanto de finanzas públicas como Villarreal y, por ello, no es poca cosa cuando asegura que adelantar la reforma fiscal es un imperativo, pues aunque no se vislumbra en el corto plazo una quiebra de las finanzas públicas, el reducido espacio de maniobra que todavía existe desaparecerá.
Él calcula que si se cambiara el superávit primario proyectado de 0.7 por ciento del PIB por un déficit primario de 1 por ciento, cifra conservadora, se tendrían unos 400 mil millones de pesos adicionales, de los cuales 50 mil millones podrían ir a la Secretaría de Salud para afrontar la crisis sanitaria y el resto a financiar apoyos y estímulos fiscales. Esto es en el corto plazo.
“En el mediano la cuestión es más compleja, porque no hemos encontrado la manera de financiar un sistema de salud pública medianamente robusto”, comentó. “Se vienen decisiones bien difíciles en puerta”.
Entre las cuestiones que habrá que atender está la posibilidad real de cancelar proyectos que Villarreal considera ‘faraónicos’, tales como el Tren Maya, el aeropuerto de Santa Lucía o la refinería de Dos Bocas, Tabasco, para tener recursos adicionales.
Pero también urge una reforma fiscal que levante las finanzas públicas y otra para atender el tema de las pensiones.
Sin embargo, un presidente que salga debilitado de esta crisis, pocos incentivos tendrá para gastar capital político en reformas controversiales en las que poco interés ha mostrado.
Algo a lo que el presidente Andrés Manuel López Obrador sí presta mucha atención es al tipo de cambio, al que ha usado en el pasado como termómetro de aprobación de los mercados a su gobierno. Y las cosas no pintan bien.
En lo que va del año, el peso ha perdido 26.4 por ciento frente al dólar, uno de los peores desempeños entre las monedas emergentes en el mundo, tocando mínimos históricos de más de 25 pesos por cada divisa estadounidense. El techo parece haber desaparecido.
“Hay estimaciones de hasta 29 pesos por dólar si continúa la percepción de riesgo sobre la economía mexicana”, afirmó Gabriela Siller, directora de análisis económico y financiero de Banco Base. “Es probable que tengamos que acostumbrarnos a un dólar por arriba de los 22 pesos”.
Como siempre, la alta liquidez del peso en los mercados le ha jugado en contra, en particular en un entorno de fortalecimiento del dólar frente al resto de las monedas el mundo. Un tipo de cambio tan elevado representa un riesgo para quienes no tenían coberturas cambiarias. Asimismo, puede presionar al alza la inflación y dificultar que Banco de México (Banxico) siga recortando la tasa de interés. La volatilidad no ayuda ni a exportadores ni importadores y terminan por aplazarse proyectos de inversión. En otras palabras, el peso es otro punto en contra para la vapuleada economía mexicana.
“El mercado trae mucha fuerza, el tipo de cambio seguirá volátil”, dijo Siller. “Hay muchas variables que juegan en contra: el coronavirus, la incertidumbre para la inversión y la guerra de petroprecios”.
Si el coronavirus no era suficiente para golpear al país, la guerra de precios en el mercado internacional de crudo ha sido un ingrediente adverso más a ese cóctel de malas noticias al que también se sumó la semana pasada la reduccion de la calificación crediticia de México por parte de Standard & Poor’s.
Uno de los sectores que más resentirán en los siguientes meses el impacto del patógeno será el turismo, que emplea a decenas de miles de personas en el país y genera un número importante de divisas.
“La situación en el sector es crítica”, aseguró Braulio Arsuaga, presidente del Consejo Nacional Empresarial Turístico (CNET). “Nos enfrentamos a una situación inédita, que amenaza la subsistencia de muchos”.
A diferencia de otros años, en los que en los días previos a Semana Santa se contrata a miles de trabajadores temporales; en este, nadie ha sumado personal a sus filas por el desplome del número de viajeros y la incertidumbre.
Prever qué pasará con el coronavirus es, como puede leerse, una tarea titánica y hasta cierto punto especulativa. Se pueden extraer ejemplos desde otros países, pero al final, lo que realmente importa es qué tan duro golpee el coronavirus al país y qué tan rápida y acertada sea la respuesta oficial.
En redes circulan memes y videos de broma que hacen más llevadero el distanciamiento social que un sector de la población en México ha asumido, a diario hay una conferencia de prensa que informa de los muertos y los contagios en el país, varios sectores productivos ya han pedido apoyos al gobierno y este hace lo que puede para minimizar el impacto que viene y que podría ser severo. Nadie sabe con certeza qué país seremos tras la crisis, solo queda claro que no seremos el mismo.
Funte: EL FINANCIERO