La tendencia inflacionaria que enfrenta el mundo es generalizada, pero como todos los fenómenos económicos, la manera y la intensidad con la que golpea a los hogares es diversa.

En países con niveles de desigualdad tan altos como México, mientras para algunas familias con ingresos altos la inflación puede significar apenas una redistribución del gasto o una reducción de la riqueza, para otros hogares compromete su seguridad alimentaria, su acceso a derechos básicos como la salud o la educación e incluso les pone vulnerables a la pobreza.

Las cifras desglosadas del INPC (Índice Nacional de Precios al Consumidor) del Inegi muestran que las tasas de inflación interanual son significativamente más altas para los consumidores cuyos ingresos familiares son menores.

Durante junio del 2022, en el estrato de ingresos familiares de un salario mínimo o menos —los más pobres— la inflación se ubicó en 8.74%, mientras que en el estrado de ingresos mayores a un salario mínimo y hasta tres, la tasa fue de 8.75 por ciento.

Para el estrato de ingresos mayores a tres salarios mínimos y hasta seis el nivel de inflación fue de 8.27% y para quienes tienen ingresos familiares superiores a seis salarios mínimos —los más ricos— el registro fue de 7.57 por ciento.

Estas cifras muestran que para quienes viven en hogares con ingresos más altos la inflación es menor y esto se explica porque no todas las familias consumen la misma cesta de productos y servicios.

El hecho de que los hogares más pobres del país enfrenten un incremento de precios más pronunciado hace sentido si se observa que los rubros de alto consumo en estas familias son los que más se han encarecido: frutas, verduras, cereales, productos animales, alimentos procesados, servicios de salud, medicamentos, productos de higiene personal y de limpieza del hogar y transporte.

Mientras que en la canasta de consumo de los estratos de ingresos familiares más altos inciden otro tipo de bienes y servicios no necesariamente básicos, como entretenimiento, cultura o turismo, que no se han encarecido de manera tan pronunciada. Otra de las razones por las que la inflación es más alta para las familias más pobres responde a la distribución del gasto; mientras estas familias pueden destinar poco más de la mitad de sus ingresos sólo a la comida, esto representa alrededor de 20% para las familias más ricas. Esto implica que la incidencia del incremento en el nivel de precios de los alimentos, por ejemplo, sea mayor para quienes ingresan menos dinero a sus hogares.

Las cifras del Inegi muestran que este cambio en la tendencia inflacionaria, que impacta con mayor fuerza a los consumidores más pobres inició desde enero del 2022, cuando las tasas de inflación interanuales confirmaron que este fenómeno es generalizado y no es transitorio.

¿Por qué decimos que este efecto es regresivo?

Cuando un fenómeno económico como la inflación tiene un impacto desproporcionalmente mayor para la población que pertenece a los estratos de ingreso menores se dice que tiene un efecto regresivo debido a que produce una ampliación de las brechas de desigualdad social.

Los pobres se hacen más pobres y los ricos más ricos. Pero esto no se queda sólo en dinero, las brechas sociales tan amplias producen que las familias más pobres tengan más carencias en alimentación, educación, vivienda, salud, servicios, seguridad social y desarrollo cultural y profesional. Al tener dificultades para acceder a estos derechos, quienes nacen y crecen entre los hogares más pobres tienen menos oportunidades para salir de la pobreza o vulnerabilidad económica.

La desigualdad social obstaculiza de manera persistente la movilidad social y la erradicación de la pobreza. ¿Por qué importa la intervención vía política pública?

México —y el mundo— enfrenta niveles de inflación no vistos en más de 20 años, y a diferencia de otras burbujas, los factores que presionan el nivel de precios al consumidor son externos y la tendencia es generalizada. Ya los expertos y las instituciones advierten que la inflación se hará presente, al menos, hasta el 2024. Y aunque el Banco de México ya se encuentra actuando con el alza de tasas para contener la inflación, todavía los precios no ceden y ya se observan importantes frenos al nivel de consumo interno.

Ante un panorama como el que se enfrenta, las políticas públicas encaminadas a reducir el impacto de la inflación en los hogares más pobres serán fundamentales para evitar que se borren los avances logrados en materia de desigualdad, seguridad alimentaria y pobreza.


Fuente: EL ECONOMISTA
Autor: Ana Karen García