El impacto del coronavirus en la economía ha golpeado fuertemente al sector de centros cambiarios en el país y además, este año y el próximo, varias de estas entidades tienen que renovar su registro ante la autoridad.
El impacto del coronavirus en la economía ha golpeado fuertemente al sector de centros cambiarios en el país y además, este año y el próximo, varias de estas entidades tienen que renovar su registro ante la autoridad, lo que hace que exista un riesgo del cierre de varias de estas organizaciones al no poder cumplir con la regulación.
Este año y parte del 2021, muchos de los 950 centros cambiarios, que actualmente operan, tienen que renovar su registro ante la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV), pero para que esto suceda, la autoridad debe de emitir primero una opinión favorable de su dictamen técnico en materia antilavado y, además, deben de contar con un oficial de cumplimiento certificado por dicha instancia.
Vianey Bañuelos Núñez, presidenta de la asociación de centros cambiarios Unión Mexicali, comentó que el tema del Covid-19 ha impactado en la actividad de estas organizaciones, a pesar de que fueron clasificadas como actividades esenciales, pues debido al freno de la economía, especialmente en la zona norte del país, sus operaciones tuvieron una reducción de más de 30 por ciento.
“Nuestras operaciones han disminuido más de 30% por la crisis económica. El sector de centros cambiarios no se ha quedado fuera de este panorama tan negro, la desesperación ante una baja de operaciones ha ocasionado un nerviosismo generalizado en todos los centros cambiarios a nivel nacional, pero sobre todo en los que operamos en la zona norte del país”, detalló Bañuelos Núñez.
La presidenta de la asociación que representa a 37 centros cambiarios, de 60 registrados en Mexicali, Baja California, detalló que muchas de estas entidades ancladas en esta localidad, cambian divisas a personas que pasan a Estados Unidos a conseguir insumos, por lo que el cierre para actividades no esenciales de la frontera, ha golpeado en la actividad cambiaria.
Para Nalleli Arias Santiago, directora de la consultoría NARA Assessments, el impacto de la crisis en centros cambiarios se suma al reto normativo de muchas de estas entidades, mismas que tienen que renovar su registro ante la autoridad, por lo que es previsible una depuración del sector.
“Se viene una depuración del sector por el tema de la renovación de los dictámenes... porque es lo que pasa cuando viene la fecha de la renovación del registro, a muchas se les pasa la fecha, no lo renuevan o los cachan en actividades ilegales y pierden registro”, detalló Arias Santiago.
En el 2012, el sector de centros cambiarios estaba compuesto por 1,620 entidades; sin embargo, a partir de ese año y con las obligaciones normativas que se les añadieron, ha habido un cierre constante de estas organizaciones.
En este contexto, surge otro problema: la informalidad de la actividad cambiaria. De acuerdo con ambas especialistas, es previsible que, ante la depuración del sector, exista un mayor riesgo del nacimiento de centros cambiarios informales, donde no se tengan controles de prevención de lavado de dinero y hagan operaciones que pudieran favorecer este ilícito.
“Hemos visto un aumento de centros cambiarios irregulares, en Mexicali y Tijuana y es aquí donde pedimos apoyo a la CNBV para que hagan auditorías, para que vengan y supervisen el cierre de las que tienen que hacerlo”, explicó Bañuelos Núñez.
Según la presidenta de Unión Mexicali, se buscará que la CNBV apoye a estas entidades, especialmente en el tema de la reducción del pago que tienen que hacer a esta instancia por supervisión, que actualmente ronda los 40,000 pesos al año.
Operaciones permitidas a centros cambiarios equivalentes hasta 10,000 dólares por día:
•Compra y venta de billetes, así como piezas acuñadas y metales comunes.
•Compra y venta de cheques de viajero denominados en moneda extranjera.
• Compra y venta de piezas metálicas acuñadas en forma de moneda.
• Compra de documentos a la vista denominados y pagaderos en moneda extranjera.
Fuente: EL ECONOMISTA
Autor: FERNANDO GURIÉRREZ